jueves, 26 de abril de 2012

Tecnologia y espiritualidad


El término cambio nos servirá para enlazar los dos mundos de la tecnología y de la espiritualidad. En el primer caso el cambio es un salto, en el segundo es una conversión. Por el primero el hombre avanza, por el segundo profundiza. La articulación dinámica de ambos procesos es esencial a la naturaleza humana. Son acciones solidarias, por una parte un proyecto personal se realiza, se expresa, por otro una vocación se encarna, se acepta. El proyecto se impulsa con toda la fuerza de una convicción, la vocación es la respuesta a un llamado. Uno empuja, el otro atrae. Ciertamente el salto y la conversión, son incomparables, no tienen una métrica común, pero toda trayectoria personal y creativa se proyecta en el mundo y en la intimidad, es a la vez objetiva y subjetiva.

 El salto tecnológico

         La historia del desarrollo tecnológico es saltatoria. No es un evolución acumulativa sino un proceso discontinuo que se realiza por etapas. Tampoco la invención es siempre fruto de la necesidad sino de la curiosidad. Es esencialmente un ejercicio de libertad. Todos los hombres quieren, por naturaleza, conocer decía Aristóteles. Existen muchas teorías respecto del origen de estos cambios novedosos, irreversibles e imprevisibles. No es el momento de hacer un relevamiento erudito, bastará con una breve introducción.

Novedoso en este contexto dinámico significa sólo un paso más, no algo insuperable y definitivo. Más bien marca una etapa o estadio suficientemente estable, estructuralmente firme y difícil de conmover. Pero podrá llegar otra tecnología que no sólo la perfeccione sino que la reemplace. Allí se produce el conflicto, el salto, y el sistema creativo y productivo encontrará su nuevo equilibrio estable. Los organismos y las mentes crecen escalonadamente, por etapas, cada una de los cuales no elimina la anterior, se apoya en lo ya adquirido pero amplía el campo de acción. El ser humano es una fuente inagotable de novedades, un productor original, desde su más tierna edad. El caso de la producción constante de nuevas frases en el lenguaje, de melodías en la música, de trazos en el dibujo, es un hecho maravilloso. Tenemos la certeza íntima de que no necesitamos repetirnos. La novedad es cotidiana. Y la ciencia y la tecnología amplifican esta capacidad innovadora e inagotable. Estamos hoy transitando de una etapa a otra. La tecnología ha hecho posible la globalización. El cambio de era se ha debido esencialmente a la informática y las telecomunicaciones. Se trata de un cambio digital que no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Somos muy afortunados de vivir esta transición.

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